Allí donde la señal es débil, la voz es fuerte. Las radios comunitarias en México no solo transmiten: defienden la lengua, la memoria, el derecho a ser escuchados. Son más que estaciones: son trincheras culturales, escuelas al aire, redes de resistencia.
Hablan como habla la gente. Nombran lo que otros callan. Informan lo que nadie más cubre. Y por eso, cada transmisión es un acto de dignidad. En la selva, en la montaña, en el desierto o la ciudad: la radio comunitaria recuerda que la palabra es poder. Y que el micrófono también puede ser territorio.