En cada frecuencia hay algo más que sonido. Hay una respiración, una pausa, una historia contada al oído. La radio en México no solo comunica: conecta. Une generaciones, barrios, comunidades enteras, como si cada programa fuera un hilo que nos cose de nuevo.
Y no es casualidad: la radio llega donde otras señales no. Donde el internet aún se corta, donde la televisión se apaga, la radio se mantiene viva. Encendida. Cercana. No necesita pantalla, ni likes, ni algoritmos. Solo necesita una voz honesta y una oreja dispuesta.
¿Y qué escuchamos en ella? Escuchamos lo que no siempre se ve: el trabajo diario, la esperanza de quienes siembran, el consejo de una abuela, el canto de la tierra. En México, la radio es más que un medio. Es un refugio. Un territorio donde las emociones encuentran lenguaje, y donde lo cotidiano cobra valor.