Hay un lenguaje que no necesita imágenes. La pausa, el silencio, la voz quebrada. La radio trabaja con esos elementos invisibles y, sin embargo, tan poderosos. Dice sin mostrar, y por eso sugiere. Narra sin saturar, y por eso permanece.
La radio mexicana ha perfeccionado ese arte. El arte de hablar con cercanía, de explicar con calma, de imaginar con libertad. Es la conversación del país consigo mismo. Y en tiempos de velocidad, sigue siendo un espacio para escuchar de verdad.